Te acuestas prístina a mi lado
(linda palabra rimbombante)
y el mundo se me queda corto.
Corto en tu dolor,
corto en la extraña sensación de distancia,
de sentirte ajena (tuya)
de sentirte lejos estando junto a la piel.
Porque el fuego (vos)
no es razón de algarabía.
Es necesidad, es calor,
es sensación de abrigo
(en medio del frío de vivir)
no es permanencia.
Y yo, ingenuo, soñador,
poeta y pobre diablo
(más lo último)
siento que al vivirte te alivio
que eso bastará...
Pobre tonto incapaz.