sábado, 7 de mayo de 2011

Profanación


Tus labios sobre los míos ¿Qué has hecho? Una ola de calor me invade mientras una lágrima corre por mi mejilla, mientras en mi pecho mi corazón late con tal fuerza que siento que saldrá, mientras mi oídos zumban y siento como el control me abandona. Acabas de destruir todas mis defensas.

Un leve gemido se escapa de mi boca, no se si de dolor al recordar tus palabras, tu rabia, tu decepción, no se si de placer al sentir por fin tus labios; acercas tus manos a mi cuello y oprimes mis labios contra los tuyos, buscando completar por fin ese beso tan anhelado, ese beso que has buscado durante tanto tiempo, ese beso que yo me empeñaba en negarte cuando moría de ganas por dártelo. Mis labios se separan buscando el calor de tu boca, y me estremezco toda al sentirlo. Y ahí está tu lengua, tu boca desprendiendo un calor que me embriaga; te beso con cadencia, mientras mi cuerpo se va pegando al tuyo, buscando fundirme en el. Quiero sentirte con cada parte de mi ser, cada uno de mis poros necesita estar cerca de ti, tocarte…Mi cuerpo se rebela contra lo que dice mi cabeza, ya no pienso, ya no razono, solamente quiero sentirte. Las lágrimas siguen cayendo por mis mejillas mientras lentamente nos fundimos en un abrazo; tu mano baja desde mi cuello hasta mi espalda, acariciándola, que sensación tan deliciosa tus manos tocándome a su antojo. Siento que se me va el aliento a cada segundo, esa mezcla de ternura, de deseo, de pasión, con la que me besas me está enloqueciendo; muerdo tus labios mientras mis brazos se aferran a tu cuello y enredo mis dedos entre tu cabello. “Te quiero, te quiero, te quiero…” es lo único que se repite en mi mente.

Sin dejar de besarme me llevas hasta tu cama, siento como recargas suavemente el peso de tu cuerpo sobre el mío y me estremezco al sentirte. Dejas de besarme y te quedas viéndome fijamente, y yo ahí, completamente rendida ante ti, respirando agitadamente, con las mejillas llenas de lagrimas, aun con los labios entreabiertos a la espera de tu siguiente beso; me siento tan vulnerable, me siento totalmente desarmada ante ti y poco me importa ya. Lentamente retiras con tus dedos las lagrimas que aun sobreviven sobre mis mejillas, y comienzas a acariciar cada centímetro de mi rostro con tal deleite que siento el rubor en mis mejillas, rozas con tus dedos mis pómulos mis cejas, mis ojos, mis pestañas, el contorno de mi rostro, como si quisieras grabar con tu tacto cada recodo de mí; no sabes lo mucho que disfruto tus caricias, mis ojos se cierran al sentir tu tacto buscando grabar en mi mente cada sensación. Llegas a mis labios, los dibujas con tus dedos y dejas en ellos un suave beso que hace que me levante casi por inercia en busca de tu boca, pero me haces sufrir y alejas tus labios de los míos. Una leve venganza por tanto tiempo de sufrimiento.

Pero detienes mi sufrimiento comenzando a besar mi cuello, lentamente, con tal devoción que haces que mi ser se estremezca; muerdes el lóbulo de mi oreja y siento tu respiración en mi oído, no puedo evitar suspirar al sentirte. Tus manos van recorriendo mi cuerpo lentamente, dibujan el contorno de mi silueta desde mi cintura hasta mis muslos en un movimiento de vaivén constante y me gusta, me encanta sentir tus manos y no entiendo como pude soportar tanto tiempo sin ti. Bajas por mi cuello besando suavemente hasta llegar a mi pecho, dejas un beso coqueto justo en el escote y te levantas un poco a mirarme fijamente. Te observo mirándome, tus ojos están aun un poco enrojecidos por las lagrimas que has derramado por mi culpa, tu cabello revuelto, me miras con tal profundidad que siento que tu mirada me desnuda el alma, tus manos siguen acariciando lentamente mi cuerpo y tu expresión es de incertidumbre ¿Tienes miedo? Yo también, mucho; no sé qué va a pasar con nosotros, pero ya no quiero seguir un segundo mas sin sentirte, no quiero pensar, ahora no, no en este momento…mis manos se van hacia tus mejillas y te acaricio, te atraigo hacia mí, necesito tus labios sobre los míos, el aire no se me hace si no viene impregnado de tu aliento. Me besas con arrebato mientras me aprietas contra tu cuerpo, y yo me dejo, me entrego a tus brazos para que hagan de mi cuanto quieran; tus manos se cuelan entre mi ropa y ahora tocan directamente mi piel, a cada caricia aumenta el calor en mi y se despierta la imperiosa necesidad de sentir el roce de tu piel contra la mía ¿Quién habrá sido el malvado que ha puesto esta barrera de tela entre los dos? Mis manos se aferran a tu camisa y temerosa de ir más allá casi sueño con la posibilidad de desvanecerla con ese simple gesto. Dejas de besarme e involuntariamente me quejo de la orfandad de mis labios, te diriges hacia mis pechos y después de besarles dulcemente te acomodas con ternura sobre ellos, debes escuchar el latir desbocado de mi corazón mientras tus manos siguen acariciando directamente mi cintura.

Tiemblo de ansiedad ¿Es todo? No te quedes así, no quiero que termines, no quiero enfrentarme tan rápido al después, no quiero saber que habrá de ser de nosotros, quiero alargar este momento todo lo que pueda, una eternidad si es posible. No, no le des chance de aparecer a mis inseguridades, atúrdeles con besos, con caricias, niégales con tu cuerpo la entrada a este momento tan nuestro. No dejes que me haga consciente del error que cometo al extasiarme con tu ser ¿Ves? Ya hablo de errores, en el instante más hermoso yo solo pienso en errores…Las lágrimas se agolpan en mis ojos y lucho con ferocidad contra mi capacidad de resistir ¡No quiero resistirme, quiero dejarme llevar por ti! Pongo mis manos alrededor de tu cabeza y te obligo a incorporarte un poco, me miras confundido mientras me incorporo también un poco para besarte, con mis ojos te suplico que no te detengas. Me das un beso de vuelta y acaricias una de mis manos sobre tu rostro, cuelas la tuya por entre los dos y vas dibujando un camino desde mi cuello, pasando por la mitad de mis pechos hasta meterla por dentro de mi blusa, te detienes y me miras inquisitivo, me pides permiso. No profanas mi mundo, mi cuerpo, dejas que sea yo misma quien te lo entregue; bajo la vista dubitativa, el miedo me paraliza unos instantes, suspiras con resignación como leyendo mi inseguridad y comienzas a retirar tu mano, te detengo y como respuesta tomo tu mano y le guio más adentro.

Ahora me besas con pasión y mi blusa yace sobre algún punto de tu cuarto, tus manos coquetean las inmediaciones de mi sostén mientras yo me concentro en la mejor forma de deshacerme de tu camisa. Sueltas el broche con decisión y mis pechos quedan libres, te separas de mí y satisfecha compruebo como te deshaces rápidamente de ese par de molestas prendas para reanudar ese beso necesario. Me abrazas con fuerza y yo me aferro a ti como si me fuera la vida en ello, siento la sensación de mis pechos desnudos contra tu piel y suspiro encantada. No puede igualarse con nada la sensación reconfortarte del calor de tu piel directamente junto a la mía


No hay comentarios:

Publicar un comentario