jueves, 24 de marzo de 2011

Fortuna

La mayor fortuna de mi vida se traduce en haberte conocido.
Haberte perdido sin haberte tenido
En tenerte lejos para poder añorar tu cercanía.
Es amarte en demasía para sufrir tu indiferencia.
La mayor fortuna de mi vida consiste en un no-amor perpetuo,
que se nutre de la ironía de adorar cada segundo que vivo sufriendo por ti.

lunes, 21 de marzo de 2011

Cronica de un crimen imperfecto


Ha muerto lo sé, ahora sí puedo confirmarlo con absoluta certeza. Por fin después de tanta lucha y tantos esfuerzos al fin le he matado. Le hemos matado (no sobra aclarar) porque tu también llevas parte en este delito silencioso. Yo lo sé, tu todavía no lo sabes, pero te hago saber que por fin le hemos fulminado completamente.

¿Le recuerdas? Yo sí. Recuerdo el momento en que le descubrí: silencioso, incólume, parecía tan seguro de sí, tan inmune a todo, que realmente temí por mí, y por ti que siempre has llevado parte en todo. Tú le conociste algún tiempo después y, aunque quisiste mostrarte fuerte, también sucumbiste al enorme terror que producía enfrentarle cara a cara. No pudimos afrontarle por falta de valor, por exceso de miedo y le enterramos, de común y tácito acuerdo le sepultamos vivo ignorando los gritos ahogados que salían de la improvisada tumba. Compartimos una sonrisa cómplice de nuestro accionar y aun con las manos impregnadas de tierra un apretón de manos para seguir con aparente tranquilidad por nuestras respectivas vidas seguros de que le habíamos acabado para siempre.

Le enterramos en los terrenos de mi mundo (como era de suponerse) y me faltó poco tiempo para maldecir esa al parecer lógica pero desastrosa decisión. Cada noche escuchaba los gritos desesperados que pretendían recordarme el atroz crimen; le sufrí cada noche de insomnio, cada tarde silenciosa pretendiendo hacerme creer a fuerza de voluntad y repetición su no existencia, convencerme que era solo mi mente la que reproducía su voz tenebrosa a causa de la culpa.

Comencé a temer cuando le empecé a tener cada noche entre mis sueños ¡Estaba vivo! Y en mis sueños le veía claramente, me recordaba divertido que no podría matarle, que seguía ahí y que estaba conmigo, en mi mundo; me despertaba entre lágrimas pensando si tal vez soñarías lo mismo que yo. Cogí la manía de sentarme largas horas frente a la que se suponía era su tumba; creí enloquecer cuando comencé a dudar de haberle realmente enterrado, cuando veía el pasto y las flores crecer en el mismo lugar en el que se encontraba su lecho de muerte me sentía consternada ¿Cómo podía algo tan bello crecer sobre algo tan terrible, tan maldito, tan atroz? Y deseé con todas mis fuerzas tenerte a mi lado para que le confirmaras a mi mente perturbada la historia que ya comenzaba a olvidar: Tú y yo le habíamos matado, le habíamos enterrado vivo porque no le habíamos podido soportar ¡Estaba muerto! Muerto y bien enterrado, y no existía posibilidad alguna de que eso cambiase.

Un día le vi, le vi rondando campante la que debía ser su tumba y casi me desplomo en ese mismo instante. Desapareció segundos después y aun conmocionada empecé a contemplar la posibilidad de haber perdido la cordura. Me convencí de haberlo hecho cuando sus apariciones conforme pasaba el tiempo se hacían menos esporádicas. Decidí que era simplemente una treta de mi perturbada mente y le ignoré completamente. Se cogió confianza y pronto le tenía sentado conmigo en la mesa hablándome mientras yo me empeñaba en negar su existencia. Cada noche le veía despedirse de mí con una sonrisa lúgubre mientras yo, aparentemente indiferente, contemplaba la posibilidad de buscarte para que me confirmaras lo que yo supuestamente sabía pero que mi cabeza se empeñaba en olvidar ¡Le habíamos matado juntos!

Hablé contigo y en cuanto quise mencionar el tema le evadiste: “Eso es pasado” me dijiste “no hay que hablar de ello”. Me callé, y decidí no mencionarte que yo le veía a cada amanecer, a cada atardecer, a cada noche, a cada instante de mi vida; me habrías tomado por loca y yo misma lo hice así. Concluí en que luchaba contra mi propia demencia y comencé incluso a acostumbrarme a su presencia.

Pero ahí estaba ese insoportable ser compartiendo mis días y yo solo lograba recordar las razones por las que habíamos decidido liquidarle. Recordé el momento de duda que hubo antes del crimen y me reproché semejante desfachatez; ahora estaba completamente segura de que efectivamente debía haber muerto y jamás existido. Que acierto fue haberlo hecho, que error tan grande habernos demorado tanto en decidirnos a acabarle. Cuando comenzó a proferir lamentos y pedirme explicaciones por haberle enterrado de esa manera me sentí morir, se pasaba el día entero intentándome demostrar lo injusto de nuestro actuar y la noche entera llorando nuestra supuesta infamia ¿Puedes creerlo? Se atrevió a decirme de la forma más vil que con él habíamos enterrado nuestra felicidad y yo…casi lloraba con él de rabia ¿Cómo se atrevía a llamar felicidad a la carga más pesada que había tenido que aguantar en mi existencia?

Pasó el tiempo y la curiosidad te llevo a darte una vuelta por mi mundo. Y sentí temor de verte, eras mi llave de salvación, mi seguro de verdad, y yo ya no estaba tan segura de querer saber realmente lo que sucedía. Si no le veías, comprobarías lo irreal mis demenciales visiones y eso significaría seguir cargando con ellas por el resto de mi existencia, o por lo menos lo que me tomara recuperar la razón perdida. Si por el contrario le veías el resultado sería más terrible aun, efectivamente vivía y no habíamos podido acabarle.

Y le viste…y yo no resulte tan loca como pensaba, te sonrió y te bombardeó con un sinnúmero de quejas guardadas solo para ti. Consternado me miraste buscando una explicación “Supongo que algo nos quedó faltando” te dije con tranquilidad “¡Algo tenemos que hacer!” exclamaste con decisión.

Juntos caminamos hasta el improvisado sepulcro y con manos y uñas removimos la tierra que debía tenerle guardado para encontrar tan solo eso: tierra; ni una sola señal del que habría de yacer en ese lugar eternamente. Agotada y abrumada por la certeza de mi no-locura y el descubrimiento de mi no-crimen me sentí incapaz de ponerme siquiera de pie sin que me cayera encima el peso de la tan negada realidad, “¿Y ahora qué?” te pregunté todavía jadeando, casi al borde de las lagrimas “Ahora nada” respondiste con frialdad “Es tu mundo, ahora vive aquí ¡Es tu problema!” y acto seguido te diste media vuelta para volver por donde habías venido y no regresar mas.

Entré en un estado de conmoción profunda. Una sensación de angustia me llenó todo el cuerpo ¿Le tendría que soportar conmigo por el resto de mis días? Cada día al levantarme sería lo primero que vería y lo último antes de acostarme, aun ni en mis sueños descansaría de su presencia, le tendría siempre conmigo. Le escuché reírse abiertamente desde la puerta de mi hogar y una sensación nueva me invadió. Me puse en pie tambaleante y caminé directamente hacia la cocina, me seguía burlándose y repitiendo incesantemente que jamás podría acabarle, que me acompañaría hasta el fin de mi existir.

La hiel que corría por mis venas desfiguraba mi rostro en una horrenda mueca de rencor, la misma que llevaba en mi cara al momento de tomar el cuchillo de la cocina, abalanzarme sobre él y apuñalarle con sevicia. Le maté…con mis propias manos, por mi propio odio; le asesiné, clavé el improvisado puñal en su cuerpo hasta que mis fuerzas me lo permitieron, hasta que estuve segura de no sentir nunca más su horrenda respiración, hasta que su asquerosa sangre se secó sobre mi cuerpo.

Te escribo esta carta para informarte que ha muerto, definitivamente, para siempre, te lo puedo asegurar. No le enterrado ¡Eso no! No le daré la oportunidad de escapar de nuevo, de resurgir otra vez. Le he matado y he dejado su cuerpo inerte en medio de la sala, a la vista, no le moveré de ahí, quiero verle. Quiero que cada día al despertar sus despojos me recuerden que le he matado, no quiero olvidar nunca más que ya no existe en este mundo, que ya no existe en mi mundo.

Aunque paso cada noche abrazada al puñal que me ha salvado, despertando al mínimo ruido, estoy lista para matarle cuantas veces sea necesario si osa despertar. Tu duerme tranquilo mi amor, descansa en paz, abrázala con sosiego y sonríe con libertad, te juro que ese atormentado amor no volverá a molestarnos jamás, al fin ¡Le he matado!...

viernes, 18 de marzo de 2011

Eso era amor. Ángel Gonzáles

Le comenté:
-Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
-¿Te gustan solos o con rimel?
-Grandes,
...respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.

Vacio

¡Lo descubrí! 
Ya sé porque te llevo tan dentro de mí.
Por fin encontré ese encanto singular que tanto busqué:
Estás vacio por dentro…
Y hueco como eres te pude rebosar de mí,
De todo aquello que quiero y que deseo.
¡Eso es! Tiene lógica.
Por eso es que eres lo que tanto quiero y deseo,
Porque eres el empaque perfecto para mis más recónditos anhelos.

¿Opciones? Hay dos:
Regrésamelo todo. Yo buscare otro equipaje,
aunque continúes tu camino vacio,
a la espera de quien te ocupe nuevamente.
O camina a mi lado. 
Te prometo desechar contigo cualquier resquicio mío que quede en ti,
y ayudarte a encontrar tus propias cargas.

De cualquier manera ganamos los dos.
Tú te libras del peso de mis locuras
Y yo me libro de la aflicción que significa que lleves contigo
Todo aquello que deseo siendo vos lo que más quiero.

martes, 8 de marzo de 2011

Entre lineas.


Que terco que sos…
¿Por qué no puedes escuchar lo que te digo?
Estoy cansada de repetirte que no soy una persona para querer,
por lo menos no de la manera que decís hacerlo.
Esperas que te quiera de la misma forma y yo…
no sé hacerlo, no quiero hacerlo.
No voy a aceptar en mi vida la carga que significa quererte,
cuando este amor es un obstáculo en nuestro camino
¿Qué no lo ves?
Somos un error del destino,
una treta para nuestra felicidad,
una trampa de deseos que se confunden con sentimientos,
una travesura del universo.
Entonces,
¿Por qué te haces victima voluntaria de mis enredos emocionales?
Si me canso de decirte que son cosa mía,
y que no te quiero allí, complicado conmigo
¿Muy difícil de comprender?
Hay personas potencialmente peligrosas a la hora de amar,
yo califico entre esas con honores,
y vos vas entrando entre ese rango con rapidez
¿Por qué apuñalarnos así voluntariamente?
Si estamos condenados a odiarnos
no hay razón para insistir en querernos;
si es imposible…
¿Por qué no buscar aquello que quieres en verdad?
Alguien sosegado que te quiera de la forma que quieres.
Un amor menos complicado,
más romántico, menos exuberante;
un remanso de paz,
algo distinto a esta ruidosa cascada que somos los dos.
¿Para qué crear esperanzas sobre ilusiones vanas?
Es tonto recrearse en lo que no se debe sentir,
es tonto desear lo que no se debe tener,
es inútil soñar con lo que nunca ha de existir.
¿Para qué decir entonces que me quieres,
si no encontraras respuesta en mi?
Si todo contigo es prohibido,
si todo contigo está errado,
si un “tú y yo” más que utopía suena a quimera.
¿Para qué?...
¿Para qué tratar de leer entre líneas lo que no se debe saber?
¿Para qué saber entonces lo que te callo?
Si a veces el que calla otorga,
y yo no quiero tener más para darte…
"Para huir de ti entre el miedo y la urgencia de volar"

domingo, 6 de marzo de 2011

Reencuentro (Fragmento)

"La opresión en mi pecho era terriblemente fuerte y sentía como este se contraía es espasmos mucho mas frecuentes, sentía como los oídos me zumbaban y mis piernas perdían fuerza al sentirme tan cerca. Me recrimine a mi mismo por encontrarme en ese estado tan visible de turbación y, temiendo encontrarme, al llamar a la puerta a alguien a quien mi estado pudiera causar inquietud hice de tripas corazón e intente disimular lo mas que pudiera la agonía que sufría en ese preciso instante.

Intentando controlar el temblor de mi cuerpo y lleno de ansiedad toque por fin la puerta, pero cuando lo hube hecho me revolví en un mar tan grande de angustia que me sentí al borde de las lagrimas. La culpa me aquejó y en un último dejo de razón me sentí vil al verme vencido por una pasión prohibida. Mi juicio intento convencerme de marcharme en ese mismo instante y sentí aglomeradas en mi cabeza las miles de razones por las que había decidido irme; pero mi cuerpo no se movió ni un milímetro y esas razones se perdieron definitivamente en un mar de olvido al abrirse la puerta.

Sentí que la vida se me iba cuando la vi de nuevo frente a mí. La había añorado con todo mi ser, en vano había intentado borrar su recuerdo con la distancia y el tiempo, inútil había sido recriminarme cada noche el hecho de amarla con locura y frenesí, mi voluntad estaba vueltas añicos y mi amor egoísta me tenia otra vez frente a ella con la convicción de que nunca la puede olvidar, con mi débil alma rendida por completo a un amor que era más grande que cualquier otra cosa que hubiera en mi ser.

Me miró turbada mientras yo me perdía en esos ojos que habían sido mi delirio.

El tiempo para mí se detuvo por un instante mientras el terror de haberla perdido para siempre me invadía con tal fuerza que sentía como si fuera a morir en ese momento. Mi corazón débil me había alejado de ella para no causarle más dolor y de nuevo el mismo corazón conmovido por su recuerdo me había traído de nuevo hasta aquí para traerle más angustia a su vida.

Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras me miraba como si fuera una aparición; y entonces de un momento a otro se lanzo a mis brazos llorando desconsolada. La abrace fuerte contra mi pecho con la vaga ilusión de volverla parte de mi, mientras mi corazón se me quería salir del pecho.

-Perdóname preciosa-le dije con un nudo en la garganta con el que sentía ahogarme-perdóname…no pude…no puedo…no quiero-le decía mientras llenaba su rostro de besos. Cerró sus puños contra mi pecho

-¡Maldito! ¡Cobarde!-profirió golpeándome mientras su llanto no cesaba-¿Por qué me haces esto? ¿Por qué te empeñas en acabar conmigo?

-Perdóname muñeca-repetí terriblemente abrumado por sus palabras-solo perdóname…condéname si quieres pero en verdad no pude-su llanto no cesaba y sus lamentos herían mi alma como una daga; hubiera dado mi vida por no causarle mas dolor, me odie por ser tan débil y por ser la razón de su sufrimiento, aborrecí profundamente ese egoísmo que me tenia ahí, pero era incapaz de maldecir ese atormentado amor ¿Cómo maldecirlo si era lo mas maravilloso que tenia en mi vida? Mi dulce condena. Estaba sufriendo terriblemente y sin embargo eso no cesaba la inmensa alegría que experimentaba al sentirla de nuevo entre mis brazos, no podía negarlo, cada centímetro de mi cuerpo se regocijaba al sentirla otra vez después de haberla anhelado profundamente durante tanto tiempo.

Quise besarla, fundir mis labios con los suyos hasta que sintiera que la sensación de sus besos perduraría en mi boca hasta el último suspiro de mi cuerpo. Quise tenerla de nuevo, desnudarla lentamente con la esperanza de volver eterno cada instante a su lado, hacerle el amor, adentrarme en su cuerpo y sentirla temblar de placer entre mis brazos hasta provocar estallidos de placer en medio de un idilio de amor..."

Desvaríos

Entre los aciertos mas errados de mi mente de mujer loca te tengo a ti.

Como hombre te ansío, como amigo te extraño. Y yo te prefiero en un papel y tu solo ocasionalmente te dignas a interpretar el otro.

Y no sé si recaigo ante esa pantomima por la nostalgia del que quisiera que fueras o por la imposibilidad de mi voluntad de resistir el que efectivamente eres.

Desvalor y sobrevaloración, dos problemas de dicotomía con el mismo objeto.

Y es que empiezo a sospechar que soy víctima de un afecto narcótico. Sucumbo con facilidad a tus ganas dándome golpes de pecho por ello y regocijándome extasiada en mi debilidad permisiva.

Renazco y muero, sin ti y por ti respectivamente. Tu ausencia me obliga a reconocerme ajena, tu presencia me hace saberme indiscutiblemente tuya.

Soy dueña de mis sentimientos, esclava de mis deseos, cómplice de mi eterno silencio, méndiga de tu ternura filial.

Mi mente es un caos total entre mis pensamientos ególatras y tus recuerdos, divagando y luchando por compartir un lugar donde solo cabe uno.

Te he buscado entre mis delirios nocturnos, te me has confundido entre el olvido matutino y las pesadas tardes nostálgicas.

Y me hayo hundida en la falta de certidumbre que se me disfraza de obsesión recalcitrante. La fascinación de volverte protagonista de mis desvaríos me lleva a encerrarme en reflexiones caprichosas salpicadas de sensatez.

Fantasías rumiantes que se estrellan de frente contra mi empeño de imponerle lógica a mi caótico existir.

Frustrante, dicotómico, absurdo afecto con tintes de rencor que me lleva a trazar escritos inconsecuentes carentes de sentido alguno.

martes, 1 de marzo de 2011

El tiempo todo lo destruye.

"Y es ahora después del silencio,
Que vuelves pidiendo una oportunidad para hablar.
Y yo no puedo dártela.

A mí que ya no me dolía,
Que casi había olvidado tu ausencia y tu indiferencia no hablada,
Ha vuelto una luciérnaga a echar luz sobre lo que fue.

Pero no puedo escucharla,
No. El tiempo abrió su abanico de posibilidades,
Y tú no tomaste ninguna.
No soy yo quien, ahora, decida volver a sacar otro abanico,
Otras oportunidades,
No, ya no me corresponde.

Y puedes decir lo que tengas que decir o no decirlo
Ya no importa aquí.
No le importa al tiempo, y es a él a quien debes convencer.
Fue él quien se cansó y se fue diciendo que a él y a mí nos valía madre.

Ay cariño! ¿Por qué te dejaste comer la lengua por la cobardía?
¿ No ves que el daño ya es irremediable?
Y que el tiempo todo lo destruye.
Y tú que lo ignoraste, nos destruiste.

No pensaste que al otro lado del teléfono estuve yo esperando
 todo este tiempo una llamada tuya.
Que una noche intranquila quise llamarte pero no estuviste.
No viste que nuestra amistad era tanto más para mí.

Y ya no está.
Y duele, y ya no hay vuelta a atrás.

Es una calle de un solo sentido. El tiempo no conoce tiempos.
Casi ya no importa lo que yo quiera o quieras tú,
Sólo importa el tiempo que se escurrió. Y a él no le importa.

Nos perdimos.
Nosotros que creímos tan fuerte nuestra amistad,
Nos perdimos.

Porque tú te alejaste un día sin más, y yo me quedé aquí sin más.
Y sólo queda el olvido como el mejor de los perdones y la mejor de las venganzas.
Sólo el olvido y el tiempo que todo destruyó.

No digas ahora que podemos volver,
no podemos."