sábado, 15 de enero de 2011

Todo por ti.

Vamos a hacer un trato.
De hoy en adelante,
y para efectos prácticos:
No te conozco.

Y lo vamos a hacer, no por mí.
No por el caos que es tu presencia en mi existir.

No por la parte de mí que se perdió contigo;
que ahora ya no parece tan mía y luce de repente tan eternamente tuya.
No por la cantidad de letras desveladas,
que siendo tan anónimas, nacen de tu nombre.

No por la locura que ha significado no quererte, queriéndote,
odiándote otro poquito más y, como no decirlo,
deseándote más cerca de lo que estás,
pero algo más lejos de lo que has estado.

Por eso no, lo vamos a hacer por ti.
Por el azar de tu destino que, impetuoso y provocativo,
te grita promesas de felicidad desde aquella otra orilla.
Lo haremos por tu obstinación de no escucharle,
que nada tiene que ver (no sobra aclarar)
con mi terquedad de no ignorarle.

Lo vamos a hacer por ti y tu molesta manía de soportar mis manías;
¡Un absoluto disparate!
Cómo si no estuvieran lo suficientemente bien diseñadas
(una vida entera de trabajo)
para que no haya quien pueda aguantarles.

Lo vamos a hacer por las buenas, porque te advierto:
no estoy aquí dispuesta a tolerar tus arrebatos,
¡Ah no! Porque por tu bendita rebeldía que reta mi orgullo,
por eso también lo vamos a hacer.

Por tu problema de decidir que sí, cuando yo he decidido que no,
¡Y no vale alegar que solo sigues aquello que quiero!
No vale la sonrisa que me robas después...
No, eso no vale ¿De cuando acá el decidir va de la mano con el querer?

Y si no quieres hacer, lo haremos a las malas.
Sí, a las malas también podemos proceder.
Sencillamente te desvaneceré,
así con la misma facilidad con la que esfumas mi voluntad.

Y no pretendas esforzarte,
no creas que lograras intimidarme permaneciendo impasible,
insoportablemente sonriente, encantadoramente tranquilo...
nada podrás hacer cuando te convierta en extraño.

Y como a un extraño (recuerda que eso serás)
te sacaré por fin de mi vida.
Y no me interesa que te rías incrédulo ¡ya verás!
Te diré ¡vete!, te abriré la puerta y te empujaré fuera.

Pero no vayas a notar que mientras,
estaré cruzando los dedos...

2 comentarios:

  1. Es pasional y muy irreverente, ilógico como la humanidad misma como se obsesiona por decir soy insoportable. Se convierte en la perfecta excusa para decir préstame atención y cada cosa cruel que te digo es una mentira mas que me encanta lanzarte, pero si es mentira gracias a ese gran broche de cruzar los dedos.

    ResponderEliminar