miércoles, 23 de febrero de 2011

Un café...

Este escrito tiene como único propósito hacerte llegar mis antojos en formato de invitación. 
(De mí para ti; de mi locura para mi quimera)

Solo quisiera, aunque no tolere la cafeína, sentarnos una tarde y tomarnos un café como los buenos amigos que éramos antes de comenzar a “amarnos”.

Siéntate conmigo y pregunta por el motivo de las sonrisas que afloran espontaneas. Un café será suficiente para reconocernos en medio del bullicio que nace de dos mundos disimiles que se cruzan: el tuyo tan anodino y tan ideal, el mío tan caótico y nostálgico.

Si ese café se dilata a dos, habrá tiempo de tratar todo aquello que nos aseguramos olvidado. De despertar la hostilidad de los afectos recónditos que quisimos dejar en pausa. De mentirnos, para revelar como una farsa las verdades que no nos atreveríamos a susurrarnos extasiados. De volver a odiarnos por simple ineptitud a la hora de desentendernos  completamente el uno del otro.

Si te descubres fuera de lugar, si te aburres, si quieres huir presuroso y no comienzas a sentir la necesidad de un tercero, te prometo firmemente un abrazo cordial, un adiós definitivo y un "te quiero" sincero que, convencida que no significaría para vos nada nuevo, tendría como único fin ponerle un toque dramático a la despedida.

Pero si no es así, el tercero vendrá sin palabras. Dejando que los silencios se hagan cómodos secuaces de las miradas que envuelven con los anhelos que provoca la distancia; dejando que tu mano ocupe el espacio vacío que habita entre mis dedos, siempre a la espera de los tuyos; dejando que la lagrima rebelde que ruede por mi mejilla muera en tu mano sobre mi rostro.

Si llegamos al tercero te prometo no habrá un cuarto. O sí lo habrá, pero no precisamente en forma de café.

Tan sólo un café, eso te pido ¿Antesala del final o un recoveco más en la historia?

"un cuarto no precisamente en forma de café.."

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