martes, 18 de enero de 2011

Como agua para el chocolate.

"Si bien todos nacemos con una caja de cerrillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos…oxigeno y ayuda de una vela. Solo que en este caso el oxigeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así enciende uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre cuáles son sus principales detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fosforo.
Si esto llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante que solo, el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frio, es el único que podía dárselo.

¡Qué ciertas eran aquellas palabras! Si alguien lo sabía era ella
Desgraciadamente, tenía que reconocer que sus cerillos estaban llenos de moho y humedad. Nadie podía volver a encender uno solo.
Lo más lamentable era que ella si conocía cuáles eran sus detonadores, pero cada vez que había logrado encender un fosforo se lo habían apagado inexorablemente."
 
Laura Esquivel

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