jueves, 7 de julio de 2011

Ajena

¿Cómo le digo señor que, sin quererlo, le quiero por encima de todo?


Que tengo las manos sangrantes de espera,
Los labios flagelados por besos ajenos,
Que el frío de mi cuerpo me quema. 


Que cada que me cubro con caricias extrañas
Solo logro que mi cabeza se remuerda al saberme suya.
Tan completamente suya, tan absurdamente de él,
Tan inevitablemente poseída por su no-presencia.


¿Cómo decirle señor que profano su recuerdo buscándolo en otros?
Y que solo logro hallar un remordimiento aplastante.
Que me ahogo en besos, caricias y sonrisas,
que añoro suyas pero que no le pertenecen.


¡Que me lleve por dios! Que me reclame suya,
O que me entregue completamente mía. 
Ya no soporto saberme ajena en mi propio cuerpo...

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